Prof. Félix Pérez y Pérez
Académico numerario de la Real Academia de Medicina. Académico numerario de la Real Academia de Doctores. Catedrático emérito de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Desde que el 27 de febrero de 1997 anunciara el Instituto Roslin de Edimburgo el nacimiento de la oveja Dolly (por clonación partiendo del núcleo de una célula adulta éxito trascendente del investigador lan Wilmut), se ha creado un temor ante la posibilidad de que la clonación animal pudiera extenderse a la especie humana, miedo que este momento adquiere amplias proporciones, miedo global. Estos episodios se producen como consecuencia del singular desarrollo de las biotecnologías, el desarrollo científico y técnico y se produce de forma asombrosa a partir del siglo XIX, llamado «siglo de las luces», en el que se dieron a conocer descubrimientos impresionantes en orden no sólo a episodios médicos: cirugía, anestesiología, inmunología, así como a las leyes y principios de Mendel, por los que se rige la transmisión de caracteres heredados; mientras que de otra parte, se acaba de publicar la clasificación de las especies por parte de Darwin. Estas investigaciones junto con el desarrollo de la Física, la Química y las Matemáticas crean una preocupación en el hombre de Ciencia que aspira a conseguir «el conocimiento definitivo» o lo que se llamó también «soberano de las cosas» (A. Ran). Como consecuencia se puso en marcha el método experimental para someter a aquellas verdades al referido método, a fin de comprobar lo que eran simplemente hipótesis, los hechos que pasaban a ser tesis y finalmente doctrina en orden a su aplicación práctica. Sin embargo, este planteamiento no tuvo resultados definitivos, puesto que pasamos al siglo XX con una enorme duda en lo político, social, económico, científico, técnico y en todas las ramas del saber y del pensar; al punto que se vive una singular zozobra -duda- que afecta a toda la sociedad, pero particularmente a la juventud que, actualmente, está también experimentando esta situación.
El siglo XX se caracterizará por un desarrollo más intenso todavía – descubrimiento en cadena- en orden a conocimientos anteriores (básicos) en su primera mitad. Al siglo XX se le ha denominado -en consecuencia «siglo de la Ciencia, siglo del Saber». El Presidente Bush sometió al Parlamento una moción que fue aprobada, en virtud de la cual se inauguraba la denominada «década de la Ciencia» en orden a los espectaculares descubrimientos referentes a las células madre, regeneración del sistema nervioso, etc.
Durante la primera mitad del siglo XX, el desarrollo singular de la Física, de la Química, de la Cibernética (ordenadores), etc., permite al hombre conocer el Medio Ambiente, proyectarse hacia el Espacio, llegar a la Luna, lanzar estaciones flotantes en el espacio (verdaderos paradores) y una serie de conquistas espectaculares.
Resumen:
Las células madre son células indiferenciadas, que se pueden desarrollar en células diferenciadas o especializadas, manteniendo una función específica hasta que mueren.
Las células madre se pueden obtener a partir de blastocistos y pese a su potencial terapéutico, su empleo debido a cuestiones éticas y morales, ha generado una gran controversia en la comunidad científica.
Sin embargo las células madre pueden obtenerse también, a partir de células procedentes de tejido adulto que se encuentran en un estadio quiescente, las cuales al recibir las señales apropiadas se desarrollan en células diferenciadas. Esta supone una fuente alternativa de células madre, y su utilización como terapia alternativa para combatir enfermedades degenerativas no presenta tantos problemas éticos.
Palabras clave: células madre, clonación, biotecnología
Hacia la mitad del siglo XX aparece una singular preocupación por los equilibrios biológicos del planeta (alteración irreversible de los mismos) que van a definir la denominada «Era Ecológica»; en medio de este ambiente la Antropología se acerca al descubrimiento de los orígenes del hombre con las investigaciones del Equipo de Atapuerca (hombre Predecessor) que pondrá en cuestión las antiguas teorías del Neandertalismo.
La última parte del siglo XX se caracteriza sin embargo por el gran desarrollo de las biotecnologías, macro y micro biotecnologías. Las macrobiotecnologías habían comenzado hace tiempo, en el año 1789 con la puesta en práctica de la inseminación artificial por el Abatc italiano Lazzaro Spallanzani. La inseminación artificial se va a difundir de una manera extraordinaria en la especie animal, consiguiendo un desarrollo magnífico en la mejora de las especies animales y en la producción de las mismas, circunstancia que ha contribuido a la enorme producción de alimentos de alto valor biológico (leche, carne, huevos, etc.) que han contribuido decididamente al desarrollo físico, mental e intelectual del hombre. Dos años después la inseminación artificial ganadera suscita interés en la medicina y un médico de Lyon pone en práctica esta técnica, circunstancia que provoca una enorme impresión desde el punto de vista ético, moral, religioso, social, etc. El Autor de estas primeras investigaciones fue procesado por tribunales civiles y también sancionado por la Santa Sede. La inseminación artificial en la especie humana ha tenido sin embargo un desarrollo extraordinario (niños de diseño), hoy es perfectamente conocido la existencia de centros de reproducción, inseminación, etc., que -normalmente- deberían utilizarse simplemente para resolver problemas de esterilidad, si bien las cosas son bien distintas.
En el año 1974, comienza a realizarse la fecundación in vitro, es decir la puesta en contacto en el exterior del organismo de gametos masculinos y femeninos (ovocito y espermatozoide), generando de esta manera un blastocisto que en definitiva es una vida en marcha, aunque incipiente -pero vida, sin embargo-. Dos años más tarde (1976) nace la denominada «primera niña probeta» , conseguida como método de tratamiento de la esterilidad de la Sra. Lesley , que decide por consejo de los especialistas médicos realizar la fecundación in vitro, trasplantar el blastocisto al útero preparado de la señora (receptora estéril) resolviendo así el problema y dando lugar al nacimiento de la niña Lesley Braun , episodio que se lleva a cabo con absoluta normalidad-.
El nacimiento de la niña probeta plantea un verdadero problema social, ético, moral, y sobre todo una gran preocupación respecto al planteamiento ético-religioso, al extremo de que el Cardenal Ratzinger (1983), con la autorización y consejo del Santo Padre, publica la «Instrucción sobre Bioética» ( 22-2-1983 ), que el obispo de Valenzuela comunicó a los españoles en Enero -día de San Pedro- del referido año. La Instrucción no es un documento- Dogma de Fesino simplemente en este caso se trata de una orientación – normas orientativas- de interés para los creyentes y no creyentes en orden al desarrollo de las biotecnologías en reproducción. Este Documento no fue bien aceptado por los Prelados franceses que plantearon serios problemas; en definitiva el documento no es un » NO » al desarrollo científico y técnico en materia de reproducción sino simplemente es un » SI » a la preservación de la dignidad humana frente al poder del hombre mismo como consecuencia de los avances científicos y técnicos. Es la defensa sencillamente de los valores humanos.
El hombre no es » algo» -sino alguien -, no es un conjunto de órganos y tejidos, es un ser trascendente; cualquiera que sea el concepto que se tenga del propio ser humano, el hecho repugna a los valores ostenta el propio ser humano respecto a la dignidad y trascendencia. Estos valores -dignidad- van en contraposición a que la vida humana pueda ser generada en un tubo de ensayo y en tal caso, habría que discutir de quién es esa vida humana: ¿del fabricante de la misma? Esto plantearía un interrogante seriamente preocupante. En estas circunstancias la referida Instrucción se pronuncia en contra de la inseminación artificial heteróloga (con material fecundante distinto al del marido), sin embargo admite la fecundación o inseminación homóloga cuando se trata de una terapia médica para salvar los problemas de esterilidad, considerando muy seria la preocupación de aquellos matrimonios que desean tener hijos. Igualmente se admite la investigación para mejorar los índices de fertilidad, fecundidad y prolificidad en el humano, así como el diagnóstico precoz de la gestación y cuantos avances vayan a favor del éxito procreativo y no alteren los valores y la dignidad del propio ser humano.